La Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal) reveló que durante el primer año de la pandemia global, aproximadamente 22 millones de personas cayeron en la pobreza en toda Latinoamérica. Sumado al incremento en ganancias que observaron los millonarios de la región, el debate sobre la distribución de la riqueza toma fuerza en la agenda mundial.

"El virus es un marcador de desigualdades sociales muy fuerte”, enfatizó el director del Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados (Calas), Hans-Jürgen Burchardt, quien advierte que las mayores tasas de contagio y mortalidad se dan en las comunas más pobres, donde hay mayor hacinamiento y enfermedades de base.

El experto sostiene que la creciente grieta entre ricos y pobres no se debe a escasez de recursos sino a la inadecuada distribución de los mismos: "Los recursos no están apoyando el desarrollo interno de los países”.

Burchardt, que también dirige el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Universidad de Kassel, agregó que "La mayor parte de los países no han logrado crear una capa empresarial local competitiva que se dirija hacia el mercado interno. La gran mayoría se enfoca en la exportación y está controlado por un grupo reducido de personas y familias”. 

"La mayoría de los ricos no lo son por meritocracia o porque trabajan mucho, sino precisamente por herencia y redes familiares”, afirmó el científico social alemán.

En la región, los ingresos estatales por concepto de impuesto al patrimonio, corresponden a 1,8 % del PIB. En la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se sitúan en torno al 8,3%.

Impuestos a las grandes riquezas latinoamericanas

Son muchos los expertos que coinciden en la necesidad de avanzar en una reforma tributaria que grave los ingresos y patrimonios más elevados.

"Es la primera vez que el Fondo Monetario Internacional dice que la respuesta no es la austeridad, sino que necesitamos nuevos recursos y que tienen que venir de los que más tienen”, manifestó Susana Ruiz, coordinadora de justicia fiscal de Oxfam.

Mirando al primer mundo, en Europa existen múltiples gravámenes sobre el capital y la riqueza, además de garantías sociales. España, Noruega y Suiza también cuentan con impuestos al patrimonio neto. Recientemente, el presidente de Estados Unidos anunció planes de aumentar los impuestos a los ricos, iniciativa que fue apoyada por el sector empresarial.

Argentina, Uruguay, Colombia y Bolivia ya tienen discretos impuestos al patrimonio o las grandes fortunas, pero el desbalance permanece:

"En el pasado casi todas las reformas han aumentado los impuestos indirectos (al consumo, como el IVA). De hecho, la mitad de la recaudación de la región viene de impuestos indirectos y falta tributación de la riqueza”, señaló Ruiz.

A pesar de esto, algunos empresarios latinoamericanos prefieren dejar su país antes de pagar un aumento de impuesto. "En su gran mayoría, los ricos hoy son más ricos de lo que eran antes de la pandemia. Cómo puede una minoría en un contexto como éste amenazar con irse porque van a ser un poquito menos ricos", acusó Ruiz, y continuó: "Se paga prácticamente nada en herencia, en rentas de capital y en patrimonio. ¿Se van a ir porque por primera vez van a tener que pagar un 2,5%?”.

"No hay un control o una fuerza impositiva del estado sobre las grandes riquezas de estas personas. No están declarando casi nada”, concluyó la especialista.