Durante más de diez años Dominique Pelicot drogó a su mujer para que varias decenas de hombres abusaran de ella. Al ser descubierto, el chacal dijo a los investigadores que lo hacía porque le gustaba ver cómo otros hombres la tocaban

En total fueron 92 violaciones de 50 hombres distintos.

Gisèle, una victima que nunca lo supo. 
Gisèle, una victima que nunca lo supo. 

Ahora, el juicio del apodado "monstruo de Mazan" captura la atención de los medios de comunicación en todo el mundo y del público en general, convirtiéndose en uno de los casos más conmovedores y escalofriantes. Este proceso judicial no solo expone la brutalidad de los crímenes cometidos, sino que también plantea preguntas profundas sobre la naturaleza humana, la justicia y la protección de las víctimas. A medida que se desarrollan las audiencias judiciales, la curiosidad y el horror se entrelazan, manteniendo a la sociedad en vilo.

El proceso judicial está mostrando a Gisèle Pelicot, de 71 años, la victima que con los años supo la verdad. La mujer estaba inconsciente en todo momento de los abusos a los que fue sometida. Su ahora exmarido la drogaba primero con ansiolíticos y la sumisión química era tan potente que incluso a día de hoy no recuerda nada. "Cuando se despertaba, mi padre le explicaba que había perdido el conocimiento, que estaba muy cansada", contó la hija de la víctima, Carolina Darian.

Mazan, una región que antes era conocida por su tranquilidad, se vio sacudida por las revelaciones sobre el presunto perpetrador de una serie de delitos aberrantes. A raíz de testimonios desgarradores y evidencias irrefutables, el juicio desenmascaró no solo la personalidad del acusado, sino también el contexto social y cultural que rodea estos actos. 

Entre 2011 y 2020 este hombre actuó sin despertar sospechas, hasta que la policía lo descubrió por casualidad. La verdad comenzó a verse hace cuatro años lo detuvo por grabar bajo las faldas de varias mujeres en un supermercado. Al registrar su material informático, dieron con miles de fotos y videos de los abusos a los que Gisele había sido sometida.

Ahora, medio centenar de hombres están acusados de estas violaciones. La mayoría alegaron a las autoridades que pensaban que la mujer se hacía la dormida.

La cobertura mediática del juicio es intensa y multifacética. Desde noticieros franceses hasta plataformas internacionales, todos siguen de cerca cada actualización del caso. Esta atención no es casualidad; el juicio toca fibras sensibles en un mundo donde la violencia y el abuso siguen siendo problemáticas persistentes. Los medios juegan un papel crucial al informar adecuadamente sobre los hechos, pero también al buscar justicia y proteger la dignidad de las víctimas involucradas.

Además, el juicio del monstruo de Mazan desencadena un debate sobre el sistema de justicia penal y su capacidad para enfrentar crímenes de tal magnitud. Las opiniones se dividen entre quienes creen que el sistema actual es suficiente para lidiar con estos casos y quienes exigen reformas urgentes para salvaguardar a las víctimas y prevenir futuros delitos. Este caso pone de manifiesto las fallas en la protección de las comunidades vulnerables y ha incitado a un llamado general a la acción.