Francisco goza de buena salud. Impecable, con la sonrisa de par en par y muy recuperado de la rodilla. Así espera el consistorio que comienza mañana. Llegó la fecha más esperada. Así se conocerá la nueva Constitución Apostólica, después de haber esperado 600 años para ir al hueso con decisiones clave para la Iglesia Apostólica.

Jorge Bergoglio conduce. Es un don natural. Hay que tener coraje en un espacio tan hostil para los cambios como la jerarquía eclesiástica. En este fin del verano todas las miradas del mundo conducen a Roma. Se crean 21 nuevos cardenales. De estos, 16 votarán en el cónclave. Los otros cinco no, porque tienen más de 80 años. En la mayoría de los casos, favorece a las periferias y se debilita el poder de los italianos. Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Mongolia, con 48 años, se convertirá en el más joven. Inédito en la historia.

Para quienes no lo saben, un cardenal es la máxima dignidad eclesiástica después del Papa. Se denominaban "príncipes de la iglesia", hasta que en la era bergogliana este nombre quedó archivado y obsoleto. Son designados por el Papa. Entre todos forman el Colegio Cardenalicio.

El consistorio es una reunión formal. El que se celebra en estos días tiene carácter de extraordinario. Hay que estar alrededor de la Santa Sede para observar en los mentideros las caras de furia, de impotencia, nerviosismo y estrés de quienes pierden poder sin poder hacer nada. Los afines a la Doctrina Social de la Iglesia, que es la que se impone, mantienen bajísimo perfil.

Hecho a medida

Quien está de parabienes es Rainiero Manciarelli, el sastre de los cardenales. Su atelier está en el barrio del Borgo, al lado del Vaticano. No da abasto. Todo el verano trabajó sin parar. Lleva 70 años en el oficio. Cada traje simboliza la sangre derramada por Cristo, por eso mismo tienen que estar dispuestos a morir por él defendiendo la fe católica.

La sotana es colorada, con una banda con flecos del mismo color, roquete blanco de encaje (chaqueta) y el cordón también rojo que sostiene el pectoral. Hay más. Otro hábito que usan en las celebraciones, no litúrgicas, es negro con ribetes en ojales, costura y botones rojos. Algunos que vienen de países con temperaturas extremas de calor optaron por el blanco.

Rainiero asistió a tres papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I. A él se refiere como el más sencillo. Simpático y locuaz, el sastre no dice su edad. Se rehúsa gentilmente y agrega: "De eso mejor no hablemos".

Por A. B.