Brasil impuso este miércoles, luego de 18.000 muertos en poco más de dos meses, la mayor bandera del presidente Jair Bolsonaro contra la pandemia de coronavirus: reglamentar el uso de cloroquina, un remedio para la malaria preexistente a esta emergencia, a los enfermos de Covid-19, una solución que el propio mandatario admitió que no tiene base científica.

Sin médicos que lo firmen como ocurre habitualmente, el Ministerio de Salud de Brasil publicó este miércoles un protocolo por el cual permite la aplicación de cloroquina e hidroxicloroquina siempre y cuando el paciente sepa que puede morir o tener efectos colaterales graves.

La bandera de la cloroquina se ha tranformado en la del bolsonarismo, contra ciencia y marea y ganó impulso cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que, asintomático, tomaba pastillas de hidroxicloriquina como una suerte de prevención.


El presidente aprovechó esta medida contra la "guerra" al virus, según dijo, para confirmar en el cargo de ministro de Salud al interino, general Eduardo Pazuello, un especialista en logística que de esta forma reemplazará al renunciado Nelson Teich, un oncólogo que se negó a firmar el protocolo a favor de la liberalización de la cloroquina. La comunidad médica brasileña y mundial repudió la medida, que hasta ahora estaba prescripta para casos graves de enfermos de coronavirus en nivel avanzado.

"Todavía no existe comprobación científica pero está siendo usada con controles en el mundo. Estamos en Guerra. Peor que ser derrotado es sentir vergüenza de no haber luchado. Dios bendiga a nuestro Brasil", escribió Bolsonaro en Twitter.

Posteo de Bolsonaro (Twitter).
El comunicado de Bolsonaro (Twitter).

Bolsonaro confirmó al general Pazuello como ministro, el décimo de los 23 del gabinete. El militar hizo hoy cuatro nombramientos y elevó a 13 los uniformados que ganaron altos cargos en la estructura de salud.

La falta de acuerdo para la liberación en el Sistema Único de Salud de la hidroxicloroquina y la cloroquina fueron parte de las crisis que terminaron en la salida de la cartera sanitaria en menos de un mes de los ministros Luiz Mandetta y Nelson Teich.

La cloroquina "es una esperanza, como relataron muchos de los que la usaron", escribió Bolsonaro en las redes sociales, y agregó que Brasil, el país con más casos y contagios de coronavirus de América Latina, sufre "días difíciles".


"Lamentamos a los que nos dejaron", afirmó Bolsonaro, luego de que anoche, al hablar con un periodista de un blog oficialista, ironizara sobre el uso del remedio, tras superarse la barrera de los 1.000 muertos por día. "La cloroquina es de derecha" dijo, jocoso.

El presidente se niega a aplicar las cuarentenas que llevan adelante estados y municipios y apostó por la bandera de la cloroquina. Bolsonaro mandó a los laboratorios del Ejército a fabricar la sustancia antipalúdica para la Covid-19.

El nuevo protocolo publicado por el Ministerio de Salud dice que el remedio puede usarse de consenso entre paciente y médico en la red pública. El paciente debe firmar un documento de compromiso en el que se admite que "no existe garantía de resultados positivos porque no hay estudios demostrando beneficios clínicos".


La hidroxicloroquina fue usada en Brasil en casos graves de Covid-19 aliada a otros remedios como el antibiótico azitromicina. El protocolo carece de consenso desde la Organización Mundial de la Salud hasta los científicos que trabajan para el Estado brasileño, sea en los laboratorios y centro de investigación públicos como en las universidades.

"El gobierno no puede someter a la población al riesgo adicional de un tratamiento sin garantías de seguridad y eficacia. No hay evidencias científicas favorables que respalden el uso de la cloroquina y de la hidroxicloroquina en cualquier nivel de Covid-19. Hay estudios que demuestran que puede asociarse (el remedio) a eventos más graves y con mayor letalidad", dice el comunicado de los científicos.

El documento está firmado por científicos y médicos de la Fundación Oswaldo Cruz, principal referencia pública en investigación, la Universidad Federal de Río de Janeiro, la Academia Nacional de Medicina, Universidad de Amazonas, y el Instituto de Biomédica de la Universidad de Sao Paulo (USP). En el terreno, en la lucha contra el contagio, la ciudad de San Pablo tuvo el primer feriado para intentar disminuir la aglomeración de la población, que seguirá hasta el viernes.


"No queremos llegar a declarar el lockdown, pero si no llegamos a los niveles de confinamiento exigidos, vamos a tener que hacer el bloqueo total", dijo el gobernador paulista, Joao Doria. El intendente de San Pablo, Bruno Covas, afirma que la ciudad podría entrar en colapso en breve sin confinamiento.

Epicentro de Covid 19 en Brasil, el estado de San Pablo admitió hoy, durante un llamado a licitación para alquilar 1.500 camas de terapia intensiva y otras 3.000 regulares en el sistema privado, que el colapso en esta región se dará en "tres semanas".

San Pablo inauguró hoy el cuarto hospital de campaña: está ubicado en la mayor favela de la ciudad, llamada Heliópolis. En Río de Janeiro, segundo foco de la epidemia en Brasil, el gobernador Wilson Witzel dijo que prevé que la actividad comience a retomarse en junio, con la economía funcionando en agosto.

Fuente: Télam