Por Ana Breccia
@anabreccia

"Tercer Tiempo": una tradición del rugby donde una vez que se finaliza el encuentro, los contrincantes se reúnen para compartir una comida como excusa para confraternizar y suavizar resentimientos del partido. Se suele decir que hasta es "más importante" que el juego en sí, porque es donde se refuerza el compañerismo. Y es que "una disciplina donde la fuerza es lo principal ¿cómo podría desarrollarse sin valores?", indicó Paco Meyrelles, entrenador de San Isidro Club, en diálogo con cronica.com.ar.

A lo largo y ancho del país, entrenadores, jugadores y ex jugadores, como también asistentes sociales, forman parte de un mundo invisibilizado del deporte de la pelota ovalada. Grupos que promueven al rugby como factor de inclusión social y donde a veces la realidad aparece representada por tres o cuatro titulares que rodean a una minoría y que terminan rotulando a un universo. Muchos que en número y calidad, luchan para que el espíritu del "Tercer Tiempo" impregne las prácticas deportivas de esta disciplina. 

"La lealtad", fue lo primero que resaltó Marcelo Correntino, ex jugador del club "Beromama", al ser consultado por cronica.com.ar, sobre los aprendizajes que le dejó los 23 años como "rugbier". A pesar de los duros 80 minutos en la cancha, "no importaba el color de la camiseta, éramos todos amigos". El matancero todavía conserva viejas amistades que le regaló el club y con las que diariamente intercambia mensajes y añora recuerdos de cuando corrían con la pelota bajo el brazo. "Comenzamos a hacer un deporte porque queríamos jugar a algo, después terminás formando un grupo que te termina tocando y llevando en muchos ascpectos de la vida", aseguró.

El Club Beromama, uno de los más importantes de zona Oeste. 

El club que echó raíces en una placita del barrio de Liniers, hoy pisa fuerte en las calles de González Catán: "Los chicos se acercaban para comer, y así es como luego los sacaban de la calle, del ´porro´", indicó Correntino quien recuerda que en lo personal "el rugby me sacó de la pelea, desde los 16 que vivo solo y gracias a él entrenaba todos los días". 

Lo que le quedó de tantos años de pisar la cancha y embarrase es "una amistad tremenda. Estoy tratándome de diabetes y la persona que me llevó a una especialista fue mi compañero de rugby", destacó. Hoy piensa que "volvería a elegir" este deporte, ya que a él le salvo "la vida"-

Marcelo destaca la lealtad en el deporte. 

Por su parte, Lucas Mauro de 26 años también jugó en "Beromama" y contó a este medio que su primer encuentro con el deporte fue a los 14 años. "En el rugby encontré mí segunda casa. Tenía 15 amigos con los que hacíamos todo juntos: nos dedicamos mucho al entrenamiento y eso fue los que nos enseñaron nuestros entrenadores "Napia" y "El Mudo, apodos del ámbito (la mayoría tiene su apodo). Te sentías parte de algo más grande que vos mismo, te sentías parte del club", recordó. 

"Respeto, unidad y humildad", son los valores que el deportista destacó: "Siempre los llevamos como estandarte, y es que éramos de 'Beromama', criticados por ser de La Matanza, o peor, de González Catán, por clubes dónde concurría gente de otro nivel social y económico" Y agregó: "Muchas veces sufrimos muestras de soberbia y falta de empatía terrible por jugadores de otros equipos".

"Te sentías parte de algo más grande que vos mismo, te sentías parte del club".

Por esta razón, Lucas cree que los valores trascienden al club de barrio, donde se hace lo posible para que los chicos vivan otra realidad. Y pone de ejemplo a uno de sus entrenadores, "El Francés" Dodo: "Él trabajaba en una granja de recuperación para adicciones, vinieron muchos chicos con los que trabaja a entrenar y se convirtieron en amigos y parte del equipo".

"Creo que las cosas malas pueden inculcarse en otros lados o con otros tipos de relaciones. Como dicen 'la educación empieza por casa', sigue en los colegios y luego vienen los clubes sociales. Pero el ámbito del deporte siempre va a ser sano", concluyó. 

"Creo que las cosas malas pueden inculcarse en otros lados o con otros tipos de relaciones".

Muchos encontraron una segunda casa dentro de su club. 

Por su parte, Nicolás Guzman, compañero de camiseta y también amigo de Lucas Mauro destacó que el rugby "es un deporte en el que aprendes a respetar al otro, tanto a tu compañero, como al rival. Siendo un deporte re roce y confrontación, todo lo que pasaba en la cancha se quedaba ahí adentro y después podías sentarte y charlar, contar anécdotas de otros partidos y más".

Cuando Nicolás comenzó a jugar, aprendió que "cualquier persona podía hacerlo, más allá d. la condición física de cada uno: el alto, el bajo, el de menor peso, el de mayor peso, el que tenía músculos y el que no también. Lo que siempre nos inculcaron es a integrar siempre a los nuevos, al que más le costaba, a los que querían abandonar".

Y una vez dentro, "te das cuenta que te enseñan una filosofía de vida, un camino. Metaforicamente siempre supimos que teníamos que ir para adelante, adentro y fuera de la cancha, cuidar a los que tenes al lado, adentro y fuera de la cancha", cerró.

"Lo que siempre nos inculcaron es a integrar siempre a los nuevos, al que más le costaba, a los que querían abandonar".

Paco Meyrelles es etrenador de San Isidro Club, preparador físico, como también estuvo detrás de la pelota: "es un deporte de mucho respeto, disciplina y sacrificio", resaltó y agregó: "Si no estuvieran estos valores persentes, sería imposible jugar al haber tanto contacto físico". 

Meyrelles es entrenador físico. (Foto: aplenorugby.com.ar)

"El respeto hacia el compañero y rival es principal, y es lo que se les enseña desde que son muy chicos, sin esto no se podría desarrollar". Se trata de un deporte en el que fácilmente "se podría ser desleal, pero no es así". 

Como especialista deportivo, Leandro Bonino, quien se desarrolla en un ámbito con niños, destacó que en el rugby se enseña: "El trabajo en equipo, el respeto por las reglas y quien las imparte, el no bajar nunca los brazos y el sacrificio para mejorar"