Por Mariano Cerrato
@MarianoDCerrato

"Nunca es tarde para animarse", es una frase que se escucha más de mil veces en la vida cotidiana y que podría encajar de manera perfecta en la descripción de vida de Leonardo Klimann Cherñavsky, de 68 años, quien, en agosto de 2017, y tras muchos años de amor y dedicación a la literatura, publicó 'En el barrio se paró el mundo', su primera novela como escritor. "Empecé a escribir a los 35, pero nunca me animé a publicarlo", explica a "Crónica".

Durante muchos años no quiso sacar a la luz sus escritos, pero encontró en el regaño "de un amigo que es un gran músico y lector" el empujón que necesitaba, cuando le dijo que, si no publicaba lo que escribía, le iba "a pasar como a Franz Kafka", famoso escritor europeo del que se dio a conocer la mayor parte de su obra después de muerto.

Leonardo Klimann Cherñavsky fue reconocido por su labor en la escritura.

De ahí en más, el escritor oriundo de la localidad bonaerense de Temperley publicó dos novelas más en 2019, llamadas “Adiós Berlín” y “Kentik, una mujer valiente”, mientras que estaba a punto de publicar una cuarta novela. Sin embargo, su lanzamiento se vio interrumpido por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad de poder presentarla en la Feria del Libro que se iba a realizar este año en la ciudad de Buenos Aires.

A su vez, su otra pasión siempre estuvo vinculado a "las artes plásticas", lo que lo llevó a filmar dos documentales que filman las presentaciones de destacados artistas de su zona y de localidad aledañas, que le valió el reconocimiento del partido de Lomas de Zamora, con el premio a "Ciudadano Ilustre” en 2016.

Pero el escritor siempre tuvo acomodar sus tiempos a su profesión de toda la vida, que fue la de maestro mayor de obras, ya que según destaca "de algo había que vivir" en tanto que en la actualidad administra una pequeña fábrica de juguetes.

Cómo se acercó a la literatura

Nacido en 1952, Leonardo perdió con solo nueve meses de vida a su padre de una enfermedad terminal, y creció junto a su madre, que trabajó toda su vida de docente y fue quien le generó su primera conexión con el apasionante mundo de la literatura, a través de novelas, libros e historietas que le daba para leer.

"Me la pasaba leyendo historietas de chico y luego historietas más para adultos, como las de Héctor Oesterheld", detalla. Pero su acercamiento más profundo a la literatura se daría a los 20 años, cuando ingresó a "un taller literario dictado por Ricardo Piglia", reconocido escritor y crítico literario argentino, con quien estuvo "trabajando durante cinco años", para luego pasar también a un taller con el escritor Miguel Briante.

Conocí a Borges pero no me animé a hablarle

Mientras que con tan solo 18 años se desempeñaba en un café literario de la calle Florida donde daban charlas varios escritores, entre los que se encontraba Jorge Luis Borges, aunque admite que a esa edad era “algo tímido” para animarse a hablar con él.

Sin embargo, Leonardo subraya que ese desarrollo que tuvo al lado de destacados escritores le generó "inseguridad" sobre sus escritos y fue lo que retrasó durante tantos años que publique su primera novela, ya que consideraba que "todo lo que podía escribir" no le "gustaba".

Su militancia en la política

Un componente que, sin lugar a dudas, marcó para siempre el camino de Leonardo Kliman Cherñavsky y modificó su destino fue el de la política, en una época de persecución a los jóvenes por sus ideales y militancia. “Estudié durante dos años Cine en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad Nacional de La Plata, hasta que llegó José López Rega y tuve que dejar en 1973, porque estaban amenazando a varios de mis compañeros y era peligroso, explica.

López Rega encarnaba desde su llegada al Ministerio de Bienestar Social el ala más conservadora del peronismo, y fue el organizador de la Triple A, organismo que llevaría adelante operaciones de secuestros y desapariciones forzadas, en la antesala a la llegada del último gobierno militar en 1976.

En ese contexto, Leonardo era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en donde militó durante tres años, mientras que era delegado de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), lugar del que luego fue echado junto a otros 600 trabajadores. “Abandoné el PRT y llegó la dictadura, cuando empecé a militar con el peronismo, pero bajé le perfil cuando empezó todo porque iban a perseguirnos a los que poníamos la cabeza”, enfatizó.

Fue en esa época que Leonardo se fue a vivir a un departamento con la primera de sus tres esposas, mientras que tuvo “tres amigos desaparecidos y otros que se exiliaron en Suecia”, por lo que recién pudo retomar su militancia peronista “con la vuelta de la democracia”.

Leonardo, en una de las charlas que brindó hace algunos años.

El presente

Leonardo pasa sus días de cuarentena entre el trabajo, la escritura de cuentos que tiene “en proceso” y discute de literatura una vez por semana con un grupo de personas con quienes comparte un taller de forma virtual, con quienes hace un año sacó un libro en conjunto llamado “Ficciones del otro lado del espejo”.

Tiene dos hijos, que quiere “más que a la literatura” y de quienes se enorgullece, mientras que subraya que “hasta el día en que morís hay que tener ilusiones” y que “sin sueños no se puede vivir”, dos consejos de un hombre que sabe bien, por experiencia propia, que nunca es tarde para seguir soñando.

Las influencias en sus historias

Para Leonardo Klimann Cherñavsky, el contexto socio político en el que le tocó crecer fue una fuente de inspiración para sus historias, que se ve reflejado con "En el barrio se paró el mundo".

“Trata sobre un hombre que llega a ser delegado en la época de Perón y participa del grupo Montoneros, mientras vive una situación muy dramática porque el ejército mata a la mujer”, precisa Leonardo a “Crónica”.

En su tercera novela, “Kentik, una mujer valiente”, Leonardo habla de “una mujer que se engancha con un hombre que trabaja en los servicios de inteligencia y en la desaparición de gente en la dictadura militar”, aunque en su segunda novela “Adiós Berlín” se escapa un poco de la realidad argentina para inspirarse “en la historia de un amigo que escapó con su madre de la Alemania nazi y en esta historia son perseguidos por Europa”.

Hoy se encuentra a la espera del lanzamiento de su cuarta novela “La Reina de Constitución”, que habla sobre una nena que “vive en el segundo subsuelo de la estación de tren” y combina menciones a adelantos tecnológicos de la época “del gobierno de Perón”.

Orgulloso, Leonardo firma uno de sus ejemplares.

Su mirada de la dictadura

Si bien se mantuvo más alejado de la militancia por seguridad, Leonardo paso los años del último proceso militar en Argentina con gran angustia, por sus tres amigos desaparecidos y “conocer lo que pasaba”.

“En el 78 cuando ganamos el mundial, yo ahí sabía lo que estaba pasando, que estaban desapareciendo gente y mataban gente a mansalva, y veía toda la gente que salía a caminar por avenida Santa Fe (en Lomas de Zamora) alegre por el mundial. Me decía porque tengo yo que saber la verdad y no puedo festejar”, relata el escritor a Crónica.

Para él, otro momento que marca como bisagra fue cuando, durante el conflicto bélico con Reino Unido la gente “salió a vitorear” al también presidente militar Leopoldo Galtieri “por las Malvinas” y cuenta que se peleaba con quienes decían “que íbamos ganando”.

Me peleé con un taxista que creía que estábamos ganando la guerra de Malvinas y cuando le dije que no crea todo lo que dicen me trató de antipatriota. Estaba enojadísimo y me quería pegar, así que me tuve que bajar del taxi”, sostiene Leonardo, sobre un episodio que sintetiza bien el clima de la época.

Por M.C.