@RFilighera

A los 20 años moría Walter Olmos, en derredor de un confuso episodio que estuvo enmarcado entre la posibilidad de un accidente o un suicidio. Como se sabe, en la madrugada del 8 de septiembre de 2002, Walter junto a unos amigos estaba festejando el último show de esa jornada y en una extraña circunstancia se quitó la vida disparándose un tiro en la cabeza.

Se dijo que estaba jugando con un arma calibre 22 cargada con una bala de calibre 38 y que la misma se fue desgastando de las reiteradas veces que gatilló hasta que la bala se disparó. El episodio, entonces, marcó una enorme conmoción en todo el mundo de la música cuartetera. Como rara paradoja del destino, unos meses antes de su fatal desenlace, Olmos había protagonizado un accidente con su vehículo en las calles de su ciudad natal, Catamarca, salvando su vida de milagro.

Cabe señalar que Walter Olmos era considerado el sucesor de Rodrigo Bueno -el máximo cantante de cuarteto, junto a La Mona Jiménez-, fallecido dos años antes que él, puntualmente, el 24 de junio de 2000. Fue precisamente con Rodrigo con quien había debutado profesionalmente. Después, con el tema “Por lo que yo te quiero” (original de Chema Purón, cantautor, compositor y productor español), Walter hizo una adaptación,
transformándolo en cuarteto.

De aquella canción y de su primer trabajo llamado “A pura sangre”, Olmos logró vender en pocas semanas la cifra de 150.000 discos, algo inusual en un cantante de cuarteto. Por este motivo y otros fue apodado como “La Locomotora Catamarqueña”. Y, en este sentido, ya consagrado como cantante, Walter editó sus otros dos discos, los cuales fueron un éxito, quedando así como uno de los pocos exponentes de la movida cuartetera.

Su infancia y adolescencia fueron una verdadera epopeya que se debatió entre el esfuerzo y los grandes desafíos. Recordemos que Walter nació en San Fernando del Valle de Catamarca, el 21 de abril de 1982. Su devoción por La Mona Jiménez, un emblema de la música de Córdoba, hizo que se aprendiera todas las letras de sus canciones. Después de haber realizado incursiones con sus grandes ídolos: Rodrigo y La Mona, en los primeros meses del año 2000 ya había decidido que junto a Los Bingos iba a cristalizar la firme posibilidad de ampliar su futuro como cantante.

Junto a Rodrigo, uno de sus referentes.

Así dadas las cosas, luego vino su proyección desde Tucumán, provincia cercana a la suya que le permitió no alejarse tanto de su entorno familiar. Allí, el empresario Rubén Campero lo impulsó por los escenarios de la vecina provincia y se lanzó a Buenos Aires, donde comenzó a ser representado por José Luis Gozalo, el mánager de Rodrigo.

En una fase de pleno crecimiento, el 23 de septiembre de ese año Walter registró su álbum debut “A pura sangre”, durante una actuación en vivo en la ciudad de Tucumán, nada menos que con 10.000 personas de testigos. Al año siguiente lanzó “De Catamarca al mundo”, álbum que contiene, entre otros, los hits “Por lo que yo te quiero” y “Besos en la frente”. Acto seguido y en derredor de una carrera que, prácticamente, no le daba tregua, lanza en 2002 el álbum “La Locomotora”.

No obstante, en muchos reportajes, Walter señaló que si bien su ascenso mediático le había dado una fuerte ascendencia con la gente, le había quitado, por otra parte, ciertos vínculos con su familia y añoraba, en consecuencia, esas reuniones que no podía realizar debido a la vorágine de sus presentaciones por todo el país.

La duda fatal


El trágico episodio dejó un manto de dudas que, a la luz de los años transcurridos, nunca pudo dilucidarse. Muchos aseguraron que Walter pensaba que el arma estaba descargada y que, de esta manera, nunca quiso suicidarse ya que sólo se trataba de una broma con la que él quiso jugar.
Otro detalle sustancial dentro de este misterioso rompecabezas radica en que minutos antes del fatal hecho, Walter había llamado a su novia de entonces, Vanessa, para decirle que no bien terminara los tres shows que tenía previstos en Quilmes, Berazategui y La Plata, iba a ir a su casa a prepararle el desayuno. Sin embargo, el destino marcó otro camino en esa madrugada: el arma tenía una bala en la recámara; Olmos salió del baño y se recostó en la cama y al rato sonó un disparo.

Y, cuando sus compañeros pudieron reaccionar, ya era tarde. Había un charco de sangre y Walter estaba muerto. Precisamente, los músicos que se encontraban con Walter en aquella habitación señalaron, luego, a las autoridades policiales que se había tratado de un juego macabro que Olmos había comenzado apuntando contra otros de sus compañeros. Una especie del juego denominado ruleta rusa que no hubiera podido jugar de no contar con esa pistola calibre 22 que le había regalado un allegado para que se protegiera.




Similitudes trágicas


Rara profecía del destino y la vida. La muerte de Walter Olmos comparte, paradójicamente, similitudes con las tragedias de otras estrellas de la bailanta, ya que ocurrió muy cercano en el día y el mes al deceso de Gilda (7 de septiembre de 1996), y un sábado (24 de junio de 2000) en el que también se produjo la muerte de Rodrigo.