¿Qué es de la vida de Eugenio y Culini, los hermanos de MDQ?
EXCLUSIVO Los protagonistas de aventuras extremas charlaron con DiarioShow.com de sus increíbles anécdotas de viajes y revelaron las historias de los próximos destinos que compartirán con sus fanáticos. ¡Mirá!
@Antoravinale
En 1989, Eugenio y Culini comenzaron un camino de aventuras con su camarita en mano mientras grababan contenidos para transmitirles a los surfistas en Mar del Plata sin saber que el destino los sorprendería y haría que llegaran a miles de personas. Los hermanos Weinbaum registraron una marca única, un contenido eternizado que sin dudas quedó guardado en la televisión argentina y que a pesar del paso del tiempo todavía continúa vigente.
Hace más de 30 años que decenas de fanáticos se engancharon con las extremas historias de los surfistas, quienes en la actualidad reaparecieron en la pantalla chica con el recuerdo de sus mejores experiencias. No obstante, para todos aquellos que pensaron que sus travesías eran parte del pasado, en diálogo con DiarioShow.com sorprendieron al revelar que todavía queda mucho más para mostrar.
“Estábamos por salir con una nueva temporada y nos afectó la pandemia. En esta época estaríamos saliendo con el nuevo ciclo, pero acá estamos”, comentó el mayor de los hermanos. Mientras que el más disparatado agregó: “La nueva temporada debe ser una de las más curiosas porque fuimos a lugares que no sabíamos ni que existían. Estuvimos en Relámpago del Catatumbo, en Venezuela. Ahí hay cuatro o cinco casas sobre el lago Maracaibo que es el mayor lugar de descargas eléctricas del planeta. Yendo para el lugar sabíamos que iba a ser peligroso. Teníamos desconfianza y cuando le preguntamos al hombre que nos llevó, nos dice que a su hermano lo mató un rayo ahí. Helados nos quedamos. ¡¿Qué hacemos acá?! ¡Eugenio, rajemos!”.
“60 rayos por minuto. En las casas que parábamos eran de los nativos, que solo ellos pueden vivir ahí. De hecho cada vez que cae un rayo sobre las casitas en ese lugar no se la puede volver a construir”, relató Eugenio exactamente con el mismo tono de voz de cuando narra sus anécdotas en “MDQ para todo el mundo”.
“También estuvimos en una de las fiestas de espiritismo más grande, que no es para turistas, en la Montaña de Sorte, Venezuela. En el cierre de la festividad, caminan sobre colchones de brazas, se quedan parados, las comen como si fueran manzanas y no tienen ampollas. ¡Nada! Los amigos médicos no le encuentran una lógica, es misterioso”, continuó Culini.
Emocionado por lo sucedido, Eugenio manifestó sobre sus aventuras: “Lo nuestro es curiosidad y no chusmerío. Fuimos a la festividad Tapati Rapa Nui que es en un volcán que tiene una inclinación de 45 grados y te tiran en trineos de troncos de banano. ¡Es una locura! El primero que baja es el ganador. En Etiopía le fuimos a dar de comer a las hienas. En Harar, que es una ciudad que está amurallada, tienen un pacto con las hienas salvajes. En época de hambruna se acercaban a la ciudad a comer y los hombres les llevaban comida pegados de los paredones para que no se comieran a la gente, y todavía continúa esta tradición”.
Consultados por sus inicios, los hermanos resaltaron la posibilidad de trabajar en familia y se enorgullecieron al hablar de Herminia, su madre. “Es una luchadora mamá. Venimos de una familia que no tenía un peso. Tener un plato de comida para siete hijos era una locura. Era una época muy dura que vivíamos todos en un departamento de un ambiente, con mucha dignidad y amor. Pero en lo económico no fue una infancia fácil. De pronto ver que nos invitaban al programa de Susana Giménez era tremendo, pero es algo que no nos interesa. Lo mismo Mirtha Legrand, ir a sus almuerzos me da más nervios que darle de comer a las hienas. No es que no nos diviertan sus programas, pero tenemos otro estilo”, declaró Eugenio.
Entonces, si a causa de la pandemia los hermanos detuvieron sus viajes, ¿qué hacen en el mientras tanto? “Nosotros editamos los viajes, nos gusta contar nuestro propio cuento. Lo que es la parte de guiones está nuestra hermana Karina y en el humor Chicho. Pero no frenamos, trabajamos donde antes era nuestra casa en un ph, cada uno en su ambiente con su mate y con todo el protocolo”, respondió Culini.
Mientras que su compañero comentó: “La gente piensa que viajamos con una gran producción pero lo hacemos solos. Es como que no estamos invadiendo al ir con nuestra camarita. Nuestro trabajo es profesional y artesanal. Pero le ponemos el alma para que cada vez sea mejor. No salimos de familia de televisión ni recursos económicos, porque antes no podíamos ir a Miramar ni Necochea. Hoy en día tenemos la suerte de trabajar de lo que nos gusta”.
“Trabajar con mi hermano es todo, los valores, conocerte y tirar para el mismo lado. Nos tenemos muchísimo respeto. Hacemos algo atípico y nos encanta. Le ponemos el alma. Después no veo nada negativo. Cuando fuimos a surfear en el tsunami La Pororoca, en ese momento era lo peor, terrible. Teníamos miedo a morirnos, pero al volver era lo mejor. Esas sensaciones son las que te fortalecen después”, expresó el menor. Por su parte, el conductor adhirió: “Lo mejor es hacer lo que nos gusta y hacer de nuestro trabajo un sueño cumplido. Todo tiene sus partes buenas o malas. Logramos muchas vivencias y la vida pasa rápido, cuando hacés lo que te gusta”.
Queda en claro que las historias de estos dos aventureros continuarán por muchos años más. Aunque Eugenio tenga 59 años y Culini 47, ambos se sienten como adolescentes y declaran que hacer lo que les apasiona los mantiene vivos y joviales. “Hago lo mismo que en mi adolescencia. Me subo a un skate eléctrico y hago lo que me gusta. ¡Vamos a venir en silla de ruedas a motor en unos años!”, bromeó el mayor de los Weinbaum.
“Me siento por dentro de 18, de cuando comenzamos a hacer aventuras. Por ahora no siento limitaciones. Pero podés ser viejo siendo joven o joven siendo viejo, por ejemplo mamá que tiene 82 y es la que más activa está”, cerró Culini.
Por A.R.