Pasaron casi 1000 días para poder verlo dentro de un court. Compitiendo. Haciendo lo que mejor sabe hacer y lo que le gusta hacer, tal como lo reflejó en la sorprendente conferencia de prensa del sábado. Quizá hoy sea la última vez, quizá sea el puntapié inicial para un desenlace que tal vez tenga algunos otros capítulos. 

Para ello Juan Martín del Potro ya está en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. En Palermo, donde la Torre de Tandil en horas nomás comience a definir su futuro. En la Catedral del tenis nacional, en el marco del Argentina Open, que le brindó una wild car para que el hoy número 753 del ránking ATP se muestre y marque otro hito en su carrera deportiva. 

De no ser nadie, a ganar el Abierto de los Estados Unidos. De ser una raqueta más de la Capital del tenis criollo (Tandil) a ser número 3 del Mundo. De ser el lungo Juan Martín a ser Delpo, y levantar la esquiva y ansiada Ensaladera de Plata tras jornadas épicas para "su" Argentina. 

Llegó al Buenos Aires cerca de las seis de la tarde y lo revolucionó. Derecho a moverse a una cancha auxiliar, vestido de riguroso negro. A buscar darle con todo a la pelotita amarilla, mientras enfrente un zurdo le devolvía lo que tiraba. Como lo hizo en las últimas jornadas cuando peloteó con el italiano Alessandro Giannessi. 

Este martes 8 de febrero, no antes de las 20.30 seguramente, Juan Martín, desde su empuñadura derecha, escribirá los últimos girones de una larga y empinada carrera. Que lo llevó al quirófano en reiteradas ocasiones. Por una cosa o por otra. Que la muñeca, que la rodilla, que la...

Enfrente tendrá al zurdo Federico Delbonis, compañero de viejas andanzas. Y tribunas colmadas, como en las viejas y añoradas jornadas de la Davis. Llegan a los bosques por él, arman filas kilómetricas por él. Enloquecen por su presencia.

Su último partido fue el 19 de junio de 2019 en el ATP 500 en Queens ante el canadiense Denis Shapovalov, a quien lo venció por 7-5 y 6-4. Pasó mucho tiempo, se hizo eterna la espera. Será un placer verte otra vez.