Podía suceder y sucedió nomás. Duele, claro hermano que duele. Pero es así. Juan Martín Del Potro perdió en su vuelta al tenis profesional, en primera ronda del Argentina Open que se juega en Buenos Aires Lawn Tennis Club, y esta habría sido su última función. ¡The Last Dance!

La Torre de Tandil, de 33 años, se despidió rapidísimo de su regreso a los courts, tras caer ante su amigo, el zurdo Federico Delbonis (42º) por 6-1 y 6-3.

Ante un Buenos Aires colmado, con enorme expectativa por verlo jugar nuevamente, como en las viejas y gloriosas jornadas de Copa Davis, Delpo cayó con pocos atenuantes pero no sin antes batallar. Como lo hizo a lo largo de toda su carrera. Con la enorme inactividad a cuesta pero con el alma intacta. Fiel a su estilo. 

Una de las tantas banderas que pulularon por las tribunas colmadas de la Catedral.

Las pancartas, las banderas, los gritos de cancha de fútbol, trasladados al deporte blanco por excelencia; es decir, el fervor y el calor que le entregó el hincha de tenis criollo no fue suficiente para poder paliar una inactividad de 965 días. En las tribunas estaban Guillermo Coria (capitán de Copa Davis), la enorme Gabriela Sabatini, Sebastián Battaglia, el Flaco Schiavi, el vicepresidente de River, Matías Patanian, Sergio el Oveja Hernández... Cantidad de personalidades se acercaron a verlo empuñar una raqueta, a alentarlo para que este no sea el último encuentro. 

La amiga de la Torre de Tandil dijo presente en el Buenos Aires para alentar a otro grande del tenis nacional.

El primer set casi que se le escurrió entre las manos. En apenas 32 minutos. Luego, ya en el segundo, la Torre de Tandil se metió en partido y empezó a pegarle a la pelotita. Empezó a pelear cada punto como si fuese el último ante un Delbonis mucho más sólido y afianzado, producto del rodaje y el trajín del circuito, pese a las tres eliminaciones en primera ronda en los torneos previos a este. 

Cuando el encuentro estaba 6-1 y 5-3 para el hombre de Azul, y el ex número 3 del mundo se aprestaba a iniciar el game con su saque, lo que sucedió fue muy fuerte. Presagio de la derrota, las lágrimas inundaron el rostro de Delpo y la gente estalló en un grito de aliento. Pero no alcanzó. Delbonis quebró y la historia quizá hoy se haya cerrado por completo. El tiempo y Juan Martín lo dirán. Sus palabras, al término del encuentro, fueron elocuentes. Pero tratándose de un luchador eterno, hermano mío, quién te dice que algo pueda cambiar.