A minutos del comienzo del clásico entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas, las autoridades se pelearon con los simpatizantes Albicelestes y se armó un revuelo tremendo que trascendió al campo de juego. 

Lo mismo de siempre. Cada vez que la Selección Argentina o un equipo nacional llega a tierras brasileñas, el lío está en puerta. Cuando estaba a punto de comenzar el encuentro ante Brasil por las Eliminatorias Sudamericanas, la policía de la ciudad de Río de Janeiro junto a los hinchas de la Verdeamarela atacaron a los simpatizantes Albicelestes

Semejante golpiza hizo que el partido no se inicie porque varios de los damnificados argentinos invadiesen el campo de juego, lo que generó que los futbolistas de La Scaloneta intercedieran entre los hinchas y la represión de las autoridades locales

El momento exacto en el que los jugadores argentinos se acercaron a defender a su gente.

Ante esta situación, los jugadores saltaron los carteles publicitarios y se metieron de lleno en medio del conflicto. Uno de los más exaltados era el Cuti Romero, quien medió entre los agresores y los argentinos. Otro de los que respaldó a su gente fue el Dibu Martínez, quien paró a un agente que intenta lastimar a los aficionados.

Otro de los que se intercaló entre los agentes de seguridad privada, quienes aprovechaban la ocasión y lanzaban a la pasada algunos golpes también, fue uno de los colaboradores del plantel campeón del mundo, que saltó a las gradas en defensa de la gente criolla. Mientras tanto, el atacante Gabriel Jesus se ocupaba de generar más confusión a la situación: con sus dedos marcaba el número dos, en clara alusión al clásico que no se pudo jugar en plena pandemia. 

Eso incitó a los brasileños que volvieron a arremeter contra los visitantes y le lanzaban las butacas del Maracaná. Con esos mismos asientos, los argentinos se defendían de la represión de las autoridades Cariocas y se los lanzaban a modo de devolución. En el mientras tanto, se producían algunas peleas entre los torcedores y los fanáticos de la Argentina. 

Con tanto lío, Lionel Messi se calentó y como capitán criollo retiró el equipo de la cancha. Allí, todos atrás del rosarino se fueron a los vestuarios, al mismo tiempo que Marquinhos -capitán del Scratch- se encargaba de charlas con los jueces chilenos y los directivos nacionales, con Chiqui Tapia en la cancha, estaban ya en el centro de los disturbios. 

Cuando las garantías ya estaban dadas para los protagonistas volviesen al terreno de juego, los representantes de La Scaloneta reingresaron mientras eran recepcionados por un coro de silbidos de parte de los locales. Allí, de inmediato, Lionel comenzó a discutir con Rodrygo (el número diez de Brasil) y hasta lo tomó del cuello

A todo esto, luego de casi media hora de demora del horario estipulado para el inicio del cruce sudamericano, el show debía continuar...

 todo esto, en la cabecera nada había cambiado y los argentinos se encontraban rodeados por los brasileños. Pero a jugar se había dicho y en Río de Janeiro, nada había pasado. O lo que pasó, justamente se derivó a un segundo plano.