En lo que va de 2020 se visibilizaron más de tres casos de denuncias de violencia de género contra jugadores de fútbol en la Argentina. Entre ellos Sebastián Villa de Boca, Johan Carbonero de Gimnasia y Jonatan Cristaldo de Racing, quienes volvieron a las canchas en la Copa de la Liga de Fútbol Profesional en el retorno a la nueva normalidad por la pandemia del coronavirus, y a pesar de las acusaciones que tienen en su contra.
Si bien las denuncias contra los tres jugadores por violencia de género son por su comportamiento hacia sus parejas o ex parejas, y no hacia compañeras de su entorno laboral, al menos al momento, los hechos de violencia machista no debería ser pasado por alto en ninguno de los casos por parte de las instituciones a las que pertenecen, y menos en la Argentina donde una mujer muere cada 32 horas por femicidio.
La violencia machista atraviesa a toda la sociedad y a todos los ámbitos laborales. Y a partir de que comienzan a hacerse públicas más historias, se pone en evidencia que el deporte y, en este caso, el fútbol masculino, no está exento ni mucho menos, sino más bien todo lo contrario.
Desde el observatorio Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala) expresaron que desde principio de año, con el caso de Fernández Báez Sosa, el joven golpeado hasta morir por un grupo de rugbiers en Villa Gesell, vienen trabajando en una campaña por “las nuevas masculinidades y la necesidad de avanzar con la Ley Micaela en todas las instituciones deportivas”.
La Ley Micaela o la Ley de Capacitación Obligatoria de Género es para todas las personas que integran los tres poderes del Estado Nacional. Fue promulgada en 2018 con el objetivo de capacitar en temática de género y de violencias contra las mujeres, a todas las personas que se desempeñen en la función pública en todas las jerarquías y en todos los niveles.
“Hay que trabajar mucho más en materia preventiva, para cambiar la mirada, para generar otro escenario en las instituciones deportivas, que sean más inclusivas en relación a las mujeres, a las disidencias, a las diversidades”, le expresó a Crónica, Malvina Gareca, coordinadora de Mumala, Salta, e integrante del Área de Deporte y Salud del observatorio.
Hasta el momento sólo cinco de los 24 clubes de Primera División cuentan con protocolos para proceder ante situaciones de violencia de género, y en los últimos seis años se conocieron más de once denuncias, según datos del Portal Goal.
“Hay clubes que tienen su área de género, pocos pero los hay. Pero al momento de contratar a un jugador no es algo en lo que se fijen si tiene denuncias previas por violencia de género”, dijo Gareca.
Para la socióloga, activista feminista e integrante de la Red de Mujeres, Natalia Garavano, el fútbol masculino, que es “masivo” y es “convocante”, es el que le otorga a los jugadores un “poder simbólico” y un “poder económico”.
“En primer lugar hay una forma de sacralizar al jugador de fútbol y por el otro, está el poder económico que tienen. Todo eso hace que tengan un halo de impunidad. El fútbol es el corazón de la cultura popular argentina y está también atravesado, tanto los jugadores como los clubes y los hinchas, por una lógica patriarcal. Los cánticos por ejemplo son homofóbicos, xenófobos o misóginos. Es el espacio masculino por excelencia, y siempre lo ha sido”, describió la socióloga.
Si bien para Garavano las situaciones de violencia de género suceden en todos los ámbitos laborales, en el caso del fútbol se “exacerba la construcción de esta masculinidad hegemónica”.
“Eso parece estar empezando a cambiar porque el movimiento feminista llegó para quedarse en todas las instituciones y estamos participando activamente de la vida de los clubes. Eso es una buena noticia porque hasta hace un tiempo era impensado que los clubes de fútbol tuvieran protocolos para intervenir y prevenir las situaciones de violencias, y hoy ya hay clubes que lo tienen”, explicó Garavano en diálogo con este medio.
Según la socióloga, los clubes que aún no tienen los protocolos, deberían “habilitar los espacios con perspectiva de género” para que puedan elaborarlos, además debido a la gran responsabilidad social que tienen, deberían también escuchar a la sociedad “Los protocolos tienen dos patas: la prevención y la intervención”, dijo.
“Desde la parte preventiva, se debe formar a todos los integrantes del club, capacitarlos y sensibilizarlos en la materia desde áreas de género. Y en el caso de la intervención, saber qué hacer ante los hechos de violencia de género dentro del club”, amplió Garavano.
Según le contó a este medio, Anuka Fernández Fuks, periodista feminista, existen clubes que han sido “pioneros incluyendo la temática de género” como es el caso de Rosario Central. “Son pioneros en el abordaje de las violencias machistas al interior de las instituciones porque tienen talleres, formaciones, capacitaciones en relación a las violencias machistas. Esos espacios de debate e intercambio son fundamentales como herramientas”, expresó.
“Hay algunos protocolos que ante una denuncia de violencia de género a algún jugador, indican que el futbolista debe ser sancionado, pero seguir entrenando y trabajando con el plantel. La sanción va en el sentido de no jugar por los puntos, es decir competir en el torneo, hasta que la Justicia resuelva. Eso que indican algunos de los protocolos, las dirigencias del club, lo desoyen. Ahí estamos ante un problema, porque hay una deslegitimación de las áreas de género y los protocolos existentes”, agregó Fuks.
Para Laurana Malacalza, subsecretaria de abordaje integral de las violencias del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, ante las denuncias de violencia de género, “cuando hay un tipo de definición desde el punto de vista judicial, ya sea por una medida de detención o de protección, tiene que ser tenido en cuenta por la administración, por los espacios de trabajo”.
La subsecretaría le amplió a Crónica que en el ámbito laboral privado, a través del Programa Igualar, se promueve que se establezcan distintos procedimientos de sanción, de reparación, en términos administrativos internos del ámbito de trabajo, y que contemplen acciones que pueden ocurrir por fuera del ámbito de trabajo.
“Lo que puede ser una denuncia policial, o denuncia por la exigencia de una medida de protección o ante la comisión de un posible delito, esa medida de protección donde una persona no tiene que tener contacto, no tiene que tener cercanía con el agresor, se tiene que cumplir sea del ámbito público o del ámbito privado. Que se cumpla esa orden judicial es responsabilidad de quienes están en esos ámbitos”, advirtió Malacalza.
Según la subsecretaria, hay una “demanda enorme” desde los distintos espacios deportivos. “Para promover talleres y herramientas para detectar situaciones de violencias, para establecer mecanismos de cómo abordarlas al interior de esos espacios o para brindar asesoramiento legal y jurídico”.
“Hay una muy buena recepción de lo que significa un abordaje integral que tenemos distintos actores en el ámbito estatal, pero también en el ámbito deportivo o en los ámbitos privados. El involucramiento, el generar procedimientos, espacios propios de cada uno de esos ámbitos de acompañamiento ante las situaciones de violencia de género, es lo que nos están demandando y nosotros estamos respondiendo en tener líneas de abordaje y modelos de protocolos para implementar en esos ámbitos”, concluyó Malacalza.
DETUVIERON AL CORREDOR DE TC ESTEBAN PICCININ POR TENTATIVA DE FEMICIDIO
El jueves pasado, después de siete años de ejercer un ataque brutal sobre quien era su esposa, Romina Meneghini, el expiloto de TC Esteban Piccinin fue detenido por tentativa de femicidio.
La justicia determinó que el corredor de TC Pista y de varias categorías del automovilismo argentino, tiene que cumplir de manera efectiva los cinco años y medio de prisión que le habían impuesto en 2014 y que todavía no estaba ratificada, por lo que continuaba libre.
Los efectivos policiales que concurrieron al domicilio del ex piloto para detenerlo supieron que se había internado en un psiquiátrico y fue detenido en el nosocomio para trasladarlo a un penal y así cumplir la condena por violencia de género.
A un mes de estar separados, luego de tres años de matrimonio, Romina recibió un tiro de escopeta por parte de su agresor. Ella estuvo en coma y pasó un año internada, durante ese tiempo sufrió dos infartos y fue sometida a 57 cirugías.
Por Fedra Abagianos
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