Fue maltratada en una casa de pastas, les dedicó una columna y es furor en las redes
Una cuenta en homenaje a la escritora y periodista Leila Guerriero compartió una de sus últimas columnas y abrió el debate en Twitter: los usuarios se dividieron entre apoyo y crítica. ¡Mirá!
Twitter es uno de los lugares donde los usuarios abren el debate sobre diferentes temas y no se cansan en cambiar opiniones: desde los temas más trascendentales o de agenda, hasta aquellos de menor importancia, donde solo vale la pena leer los demás comentarios. En este sentido, una particular situación se viralizó estas últimas horas y generó un gran debate en la red social del pajarito, donde las aguas se dividieron entre apoyo y malestar.
La protagonista de esta historia es la escritora, periodista y editora Leila Guerriero. Y si bien ella es sobre de quién se trata la situación, fue una cuenta en homenaje a ella la que difundió lo sucedido en Twitter.
Se trata de “leilaguerriero2”, la cuenta de la red social del pajarito que difundió la columna del 15 de febrero. La misma relata una situación de maltrato que recibió con la empleada de una casa de pastas veganas.
“Haciendo diligencias por mi barrio, pasé por un sitio encantador: un local en el que varias chicas amasaban pastas. Frases manuscritas en las puertas de vidrio anunciaban los gustos del día, las salsas, el horario: miércoles a domingo desde las 11. Decidí comprar. Me atendió una chica jovial. Me explicó el concepto (pastas veganas), me dijo lo mismo que se leía en el vidrio: “Estamos de miércoles a domingo de 11 a 6”. Compré, pagué, le dije: “Mañana vengo a buscar más”. Las pastas resultaron exquisitas”, comienza la periodista en su columna.
Continuó que, “al día siguiente”, salió “a hacer compras”. “Tomé mi carrito, caminé diez cuadras hasta la casa de pastas. Ahí estaban: las amasadoras, la chica jovial. Que levantó apenas el rostro del teléfono y me dijo: “Está cerrado”. Le dije: “En el vidrio dice que abren a las 11 y ayer me dijiste…”. “Está cerrado, hoy vamos a abrir a las seis”.”, relató.
“Vi lo que ella veía: una señora con un carrito, un ama de casa que sale a hacer las compras después de ver la telenovela. Algo que, quizás, ara ella sea la encarnación del diablo (para mí no lo es). Le dije: “Decidieron cambiar el horario sin aviso”. “Sí”. “Pero tenés la heladera repleta. ¿No me podés vender una caja?”. Me miró con desprecio: “No. Las estamos guardando para cuando la gente salga de las oficinas”. Y, significativamente, agregó: “De trabajar”. Podría haberle dicho cosas. Que su concepto de “cuando la gente salga de las oficinas” atrasa bastante, que existe el trabajo freelance, que su veganismo choca de frente con la idea capitalista de “acumulo para la alta demanda”. Pero no le dije nada”, agregó.
Y completó: “Me fui pensando una frase de Madeleine Albright, la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria de Estado en Estados Unidos: “Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no se ayudan”.
Debate en redes a partir de la columna: aguas divididas
Fueron los usuarios quienes llenaron el tuit de comentarios. Verdaderamente, las aguas se dividieron en quienes apoyaron a la escritora en relación a su columna, y en quienes cargaron contra ella.
“No sos especial, no sabes por qué cambiaron de horario; No sos clienta regular como par. contemplar romper una regla por vos”, “Es una casa de pastas que está hasta las bolas porque debe estar en hora de producción, para un poquito, compra en otra y listo”, “Pero ‘lpm’ madre, qué densa, dios mío”, fueron algunos de los comentarios en contra.
Por su parte, algunos salieron a bancarla y mostrarle su apoyo: “Tuvo la intención de comprar dentro del horario que tiene publicado el local. No le quisieron vender y encima la trataron mal”, “Tristeza del lugar que tenemos en la mente de otras mujeres”, “Espero nunca caer en ese lugar del infierno”.